Bastarda by Dorothy Allison

Bastarda by Dorothy Allison

autor:Dorothy Allison [Allison, Dorothy]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1992-03-01T00:00:00+00:00


11.

Reconocí inmediatamente a Shannon Pearl el primer lunes del curso escolar. La había visto con su familia en la carpa de los evangelistas. Su padre contrataba cantantes para la gira y su madre llevaba la librería cristiana, un bazar de surtido religioso en el centro de la ciudad, al sur de Main Street, en donde se podían comprar Biblias estampadas en relieve, señaladores de libros con el salmo 23 en fondo azul, piadosas láminas con escenas del Sermón de la Montaña, y Jesús con aquel condenado cordero en todo lo imaginable: fundas de muebles, manteles, incluso en bragas de plástico de las que se ponen a los bebés encima de los pañales.

Shannon se subió al autobús dos paradas después que Reese y yo, caminando impasiblemente por delante de una docena de chicos que silbaban y otra de ruborizadas chicas diciéndose cosas al oído. Mientras ella recorría el pasillo, les veía a ellos deslizarse hasta el extremo de sus asientos para impedir que se sentara a su lado, y a ellas encogerse de miedo como si lo que tuviese Shannon pudiera ser contagioso. En el asiento de delante de nosotras Danny Yarboro se inclinó hacia el pasillo y empezó a hacer ruidos como de querer vomitar.

—¡Aquí hay piojos! ¡Aquí hay piojos!, —gritó alguien al ponerse en marcha el autobús de una sacudida sin que Shannon hubiese encontrado aún asiento.

Observé su cara, imperturbable, autosuficiente y arrogante; me recordaba a mí misma, o al menos a la idea que había llegado a tener de mí misma. Se apreciaban manchas de sudor en su vestido, pero nada se advertía en su cara, salvo por los ojos. Había fuego en aquellos ojos rosados, un fuego intenso, acumulado y rabioso, que me era familiar. Antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo, me puse de pie e, inclinándome hacia adelante, la cogí del brazo. La llevé hasta nuestra fila de asientos sin decir una palabra. Reese me miraba como si estuviera loca, pero Shannon se sentó y empezó a limpiar sus gafas de culo de vaso como si no pasara nada.

Lancé una mirada furibunda a un Danny Yarboro boquiabierto hasta que apartó la mirada de nosotras. Reese cogió un mechón de su lacio pelo rubio y se lo metió en la boca, haciendo como que estaba sola. Lentamente, los chicos que estaban cerca de nosotras volvieron las cabezas y empezaron a murmurar entre ellos. Alguien susurró un débil «zorra piojosa» en mi dirección, pero no hubo más gritos. Nadie sabía exactamente por qué me había caído bien Shannon, pero Reese y yo habíamos vuelto a la Escuela Primaria de Greenville y allí todos me conocían a mí y a mi familia, en especial a mis primos Grey y Garvey, que estamparían contra la pared a todo el que se atreviera a insultarnos.

Shannon Pearl se tiró cinco minutos largos limpiándose las gafas y luego permaneció en silencio durante el resto del trayecto. De manera intuitiva comprendí que ella no iba a decir nada, que haría como si hubiera caído en nuestro asiento por casualidad.



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